miércoles, 26 de agosto de 2009

YUCA A LA CUBANA

Pasarán muchos años pero el azul verde del Caribe seguirá coloreando Guantanamera y los “versos sencillos” de Martí. Ese fue el primer verso que se aprendieron mis hijos de memoria:
Cultivo una rosa blanca
En Junio como en Enero,
Para el amigo sincero,
Que me da su mano franca.
Y para el cruel que me arranca
El corazón con que vivo,
Cardo ni ortiga cultivo
cultivo una rosa blanca.
Pasarán muchos años hasta que vuelva a leer libros que se deshacen sentado en una esquina sombreada de la Plaza de Armas y a bucear persiguiendo peces azules y barracudas quemado por el sol duro del trópico.
Pasarán muchos años y volveré a La Habana asombrado aún de los flamboyanes, de la ciudad derrumbada, del mar, de las conversaciones largas por cualquier cosa, de esas mujeronas que fueron hermosas hace mil años fumando enormes puros sentadas en la puerta, de todos los viajes que no hice, de tu voz no cambiando con el tiempo. Ni tus ojos.
No puedo pensar en Cuba sin pensar en ti y en cierto cuento que escribí para ti y que he metido escondido en una historia más larga.
Mientras, voy a hacer puerco asado con yuca. Simplemente yuca cocida, “asustada” a mitad de cocción con agua fría para que se cueza antes, La troceo, hago un sofrito de ajo en aceite de oliva y cuando están dorados ponemos mucho zumo de limón. y está riquísima para acompañar esta carne grasa.
Pasarán muchos años. Demasiados. Te esperaré tomando ron viejo sin hielo, sin nada. No importará que no vengas a buscarme, me perderé por la belleza de La Habana y miraré los escotes de las chicas pensando que son el tuyo y miraré el mar Caribe y tomaré yuca, puerco, langosta asada, ajiaco, picadillo, congri y de postre guengel, tan bueno y helado de fresa. Esperar es un placer extraño. He aprendido el secreto de esperar y no esperar nada.

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