domingo, 20 de septiembre de 2009

ARROZ CON NADA, AMOR CON NADA

Arroz con nada. Me gusta mucho el arroz seco, caldoso, en caldero, en paella, en cazuela, al horno.

Pan. Arroz, patatas nos salvaron del hambre. A veces es suficiente amor con nada, arroz con nada para vivir.

Tu, yo, las palabras y el silencio. Arroz, agua, sal, aceite.

Pero he visto las primeras setas del otoño en una tienda cerca de mi nueva casa, tengo un poco de parmesano, nana de cebolla y una triste col como la que utilizaba Charlie Bucket para hacerse la sopa.

Sofrío un ajito, la cebolla y los boletus, añado el arroz y luego el caldo de verduras Y veinte minutos después añado un poco de nata, el parmesano rallado, otro boletus rallado en crudo y revuelvo.

He escaldado la col para hacer a sus hojas maleables y hago con esas hojas paquetitos rellenos de ese risotto heterodoxo. Les doy un golpe de horno.

Arroz con nada o casi nada. Amor con nada o casi nada. Ese suele ser el más duradero, el que aguanta los años, las revoluciones, los cambios, la distancia, la vejez. En pequeños bocados alimenta el apetito, el cariño y la memoria

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