lunes, 21 de septiembre de 2009

COCINO LUEGO EXISTO

(Imagen: Alisa Monks)

¿Qué nos salvan los abrazos o los besos?

No lo sé. Lo voy olvidando.

Pero sin abrazos y sin besos la vida es muy extraña.

El tiempo no duele, pero tampoco sentimos su sabor intenso.

Cocino ya solo por egoísmo, por resistencia. Igual que al escribir, al cocinar convocamos la compañía de otros, su placer, su sorpresa, su enseñanza.

La frase famosa no era “pienso luego existo” sino cocino luego existo.

Entra el sol de septiembre por el balcón y recuerdo de pronto el sabor de las castañas tiernas, aún verdes, esa dulzura fría y fácil. Ese crujiente de bosque e infancia. Mi patria es el otoño, en cualquier bosque del mundo.

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