viernes, 4 de septiembre de 2009

FLORE Y SUS PECES, HIGOS, MIEL, TRUFAS, BELLOTAS, AMISTAD

Hace mucho tiempo que no me paso por tu casa y sin embargo muchas veces estás en mi memoria. En cualquier parte, en una reunión de trabajo, en un vuelo aburrido, leyendo un informe, paseando por la ciudad o sobre todo contando un cuento a mis hijos apareces a mi lado.

Hay cosas que un hombre aprende en los libros, los lugares cerrados, los trabajos y los años que pasan, hay cosas que un niño aprende en el campo, en los lugares limpios en los que el tiempo no importa. Se aprende de escuchar el cuco en primavera, sentir el tacto palpitante de los peces, el vuelo fuerte de las perdices, el aroma de las trufas, el poleo, la chimenea de tu casa, la garganta desbordada después de una tormenta, la oscuridad transparente de una noche de aguardo. Las cosas que aprendemos los hombres no son en el fondo muy importantes para vivir, pero si esas cosas que aprendemos los niños y que yo aprendí en tu compañía. Nunca olvidaré como nos enseñaste a bucear para colocar el trasmallo, el sabor de la miel, las criadillas, el queso de cabra, los higos que siempre nos regalaste, tus historias de caza y tu voz. Ahora, muchas noches, les cuento a mis hijos historias que yo escuché de tus labios y puedo sentir en sus ojos y en sus preguntas la misma fascinación con la que yo las atesoré en mi memoria.

Muchas veces, cuando escribo historias siento que las palabras me salen desde ese lugar de mi vida, de ese tiempo en el que pesqué, cacé, me bañé, me paseé del charco del la Vena al del Aguila aprendiendo sin saberlo, todas las cosas importantes que ahora sé. Achacamos al tiempo el olvido, la desmemoria, el silencio cuando solo es culpa nuestra no volver, no hablar, no expresas nuestro agradecimiento a aquellas personas que nos enseñaron a vivir y a entender el mundo con sus gestos o sus palabras sencillas y sabias.

Al menos a ti si te dije, antes de que murieses, que te agradecía todo lo que me enseñaste, para mi siempre serás gente de mi familia y me acordaré de ti mientras viva en cualquier río, en cualquier bosque o en cualquier lugar del mundo al que vaya a pescar o a cazar.

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