lunes, 26 de octubre de 2009

NO DORMIR, NO MIRAR

(Foto Eric Kellerman)

Mae se quedó dormida casi el amanecer sobre la cama vieja de sus padres. Yo no pude. La miraba y la miraba. Ponía mi cara cerca de su boca para oler su respiración. Tenía la certeza de que tal vez nunca se repitiera ese momento, esas horas, ese instante. Así fue. Cuando se despertó vi en sus ojos cual es el sentido del Universo. Eso vi, de verdad, aunque parezca una tonta y usada metáfora arrogante. Luego nos duchamos juntos y ella se fue a la agencia y yo al despacho. Llevaba el pelo rubio y corto. Hoy largo y oscuro. Cuando se alejó hacia el metro. Cuando se aleja hoy, siempre le miro el culo. Me es imposible mirar hacia otra parte.

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