sábado, 27 de marzo de 2010

PURÉ DE ALCACHOFAS Y MIGUITAS DE BACALAO

(Retrato de Mary Wollstonecraft)

Alejar la tristeza por un rato. Alejarla tal vez lo que queda de vida, tanto tiempo, con asombro. Eso siento siempre que me miras, aunque vuelvas cansada, ojerosa, derrotada, nunca en doma. Yo te digo, arrogante y tonto, que no quiero que me cuides, nunca querré que me cuides y yo a ti tampoco (en eso miento) por eso quisiera hacerte hoy un puré de alcachofas y esconder en su barro miguitas de bacalao. Potaje extraño, intenso, reconfortante, perfecto para comenzar la primavera dentro de tu abrazo fuerte de mujer derrotada tantas veces y tan vencida nunca, nunca en doma, aunque llores, tropieces, te duela. Esa eres tú y lo sabes. Sabes lo que cuesta vivir así, sentir así, saberse así. Por eso saboreas despacio los instantes felices. Y por eso me gustas y por eso te amo y por eso nunca te digo mis razones. Y hoy, cuando lo escribo, siento que te traiciono un poco. No sé si por usar las palabras y nos mis dedos, no sé si por usar mis dedos y no mis labios, no sé si por usar mis labios y no mi cuerpo entero y mi futuro.

Cuezo en agua con sal unas patatas troceadas y según se van haciendo añado corazones de alcachofa, un chorro de limón, un poco de paciencia. Media hora después ya están cocidas y paso la verdura por un pasapuré y luego batidora añadiendo al puré un buen chorro crudo de aceite de oliva. Escondo luego en él trocitos de bacalao del mejor, desalado y marinado una noche en aceite, albahaca, pimienta. Lo sirvo muy caliente, espeso, fuerte y lo adorno con la piel frita y churruscante del pez resucitado.

Es un plato sencillo, de sabor muy intenso, que no se olvida nunca. Yo nunca te he olvidado y hasta me atrevo hoy a pronunciar ese verbo imposible hasta en futuro: nunca te olvidaré. Puré de alcachofas y miguitas de bacalao, miguitas para seguir el camino del bosque, no perderme y dar con la cabaña de la bruja, miguitas de mar en este caso y en este caso quiero encontrar su cabaña para meterme en la cama de la bruja y luego en su cocina y luego en su sonrisa tan llena de sol y decirte al oído, cuando te hayas dormido y no me escuches: “cómo voy a dejar que no me cuides”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario