viernes, 30 de abril de 2010

CONTIGO

Viajar con la motocicleta es lo más parecido a montar a caballo o a volar. Sientes como el viento tiene de pronto formas, fuerza, densidad y te empuja o te sostiene sobre la velocidad.

Velocidad o lentitud. Le hablo a un viejo amigo de todo esto y también del amor, claro, de su desolación, fragilidad, fuego, magia, de cómo nos equivocamos, de cómo el azar nos lleva de pronto al centro del volcán o del glaciar o del sueño o de ti. Bueno, de ti ya le hablé muchas veces, de mis dudas sobre todo de atreverme o no, de imaginar o no que era posible acercarme de nuevo y cocinar para ti. Velocidad y lentitud, da igual, ambas nos llevan siempre de viaje. También me gustan los guisos que se hacen rápido y los que se hacen lentos, los besos rápidos o lentos, saborear siempre ese tiempo sintiendo que vuelo sobre él, que me lleva lejos contigo. Qué palabra: contigo. Cuánto me gusta. Caminar contigo, comer contigo, estar contigo. Contigo. Eso pienso camino de Gredos encima de la moto, casi volando sobre una carretera secundaria llena de flores, cigüeñas y golondrinas. Estoy esperando una receta tuya para escribirla aquí. Una receta de lejos, del otro lado del mar, donde la magia existe y puede tocarse. Debí irme contigo y me duele tanto escribirlo, he tardado tanto en saber teclear esas pocas palabras que hoy no son nada.

Pimientos asados, calabacín asado, cebollas asadas, tomates asados todo cortado en trozos con las manos, manchándose los dedos. En un wok muy caliente hacemos unas tiras de contramuslos de pollo con un poco de ajo, pimentón y una pizca de curry. Cuando apenas están dorados añadimos la verdura y una docena de ostras abiertas, propiciamos el caos en ese wok y lo servimos de inmediato en una fuente plana para comer este asadillo con unos palos de bambú o mejor con los dedos, soplando los pedazos, la carne, las ostras, los trozos de verdura, manchándonos el alma igual que en un viaje lento o veloz, contigo siempre.

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