lunes, 24 de mayo de 2010

BOCADILLO DE POLLO A LA PLANCHA Y RUMBLE FISH

Hablábamos de “bucles de tiempo” y de “pozos de tiempo”. En los primeros nos encontramos por sorpresa en un lugar, un paisaje, una mirada, una compañía… que estaba lejos, en el pasado de nuestra vida. En este caso no se trata de volver hacia atrás sino de encontrarnos de pronto, en el presente y sin saber cómo o porqué, en el mismo lugar de entonces, con la misma compañía.

En los pozos de tiempo encontramos tiempo detenido, atesorado, protegido de la destrucción del paso de la vida. Nos asomamos a ese pozo y todo parece estar igual, también nosotros, nuestra mirada, nuestro corazón. Yo conozco y visito a veces algunos de esos pozos de tiempo para refrescarme con su agua oscura, fría y de verdad mágica.

No se trata de formas de Déjà vu, ni de un viaje en el tiempo al uso de la sci-fi o H.G Wells o de de Amos Ori. El bucle nos suelta de nuevo allí donde dejamos un paisaje, una ciudad, un amor… a pesar de que el paisaje o la ciudad hayan cambiado, a pesar de que la edad haya dejado sus huellas imborrables en ese amor o en ti.

Ese bucle ocurre a veces también ante un guiso, un platillo apreciado, un sabor que amamos.

Vengo de mirar ayer dentro de un pozo de tiempo de los que hablaba Norman Maclean y vivo ahora una vida distinta gracias a un bucle en el tiempo que nos ha unido. Desde aquí espero una buena tormenta de primavera con rayos, truenos, lluvia fuerte y fría, correr por la calle pero no para buscar refugio y luego, más tarde, beberme el agua de la tormenta que quedó en tu piel. Después te haré un buen bocadillo de pan tostado, pechuga de pollo a la plancha con un poco de ali-oli, su lechuga aliñada con buena vinagreta, unos trozos finos de brie. Este bocadillo es el bucle de sabor de mis dieciocho, cuando buscábamos una alternativa militante al desembarco de las burguer yanquis en España, cuando venir a Madrid era viajar hasta el centro del mundo. Vinimos los amigos a ver “la ley de la Calle” “Rumble Fish”, de Coppola, esa peli en blanco y negro donde lo único en color eran los peces luchadores. Luego, de vuelta al pueblo, ante un bocadillo como este y muchas cervezas discutíamos si detrás de esa historia estaba Murnau o Fritz Lang, Orson Welles o Godard… de si derrochar el tiempo era el mayor de los crímenes, envenenados ya para siempre por el cine, los bocadillos de madrugada, la cerveza helada, las ciudades grandes y los amores difíciles.

Te haré este bocadillo tan sencillo después de la primera tormenta de Junio y recordaré como era yo antes de conocerte, cuando aún no existían los bucles ni los pozos de tiempo y sin embargo, por los caminos inciertos y azarosos de la vida nos íbamos acercando.

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