jueves, 15 de julio de 2010

EL PALADAR SAGRADO DEL DESEO

(Ilustración de Ben Tour)

Porque…. ¿Cuál es el ingrediente imprescindible en una buena comida?. La sal…el vino…el postre…. La sonrisa que a uno se le dibuja en los labios al ver la sonrisa en los labios de quién está frente a ti comiendo o comiéndote.

Desconocemos porqué amamos de entre millones solo a una, qué secreto esconde su forma de ser, su olor, su cuerpo, su apetito. Nos preguntaremos mil veces porqué y mil respuestas posibles esconderán la verdad. Yo me quedo con una sola razón simple y pueril, un argumento que me toca el instinto, la intuición y el rincón más escondido e invisible de mi corazón. Amo por una sonrisa, esa que me cura en un soplo cualquier dolor y cualquier tristeza, esa que me nombra la vida y sus caricias y salpimenta el plato de mis días. Esa sonrisa que a veces he besado y a veces imagino y siempre echo de menos. Ni sal, ni vino, ni postre, sólo una sonrisa.

He cocinado solo muchos días. Aprendemos de la soledad esos secretos que luego nos hacen mejores amantes y mejores cocineros. Igual que cuando viajamos solos aprendemos que el tiempo interior es un sutil reloj cuyo tic-tac nos enseña el valor de la lentitud. Entonces, cuando hemos descubierto el secreto de la lentitud y de la soledad podemos nadar dentro y saborear el cuerpo de quién amamos y “frecuentar el paladar sagrado del deseo”, (que escribió Luis Antonio de Villena)

Dentro de unas patata souflé, que he cortado en rectángulos de tres milímetros de grosor y frito en dos tiempos, primero a fuego suave y luego, en otra sartén, a fuego fuerte para que se inflen, he metido un huevo de codorniz pasado por agua y pelado y dentro del huevo media cucharadita de café de caviar ecológico que me venden en el mercado de San Miguel a buen precio. Sobre la patata raspo un poco de sal gema del Himalaya y me he bebido, con estos seis paquetitos, una pequeña botella de sauternes muy frío.

El paladar sagrado del deseo debe estar siempre con hambre, siempre glotón, siempre con ganas de tí. Como hoy no tengo tu sonrisa he tenido que inventarme este aperitivo tan poco original pero tan rico.

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