domingo, 11 de julio de 2010

LUJO V

(Ilustración de Milo Manara)

Cerca de Castro Urdiales. Las olas parecían que quería romper a puñetazos las rocas que se atrevían a morder el mar. El viento de abril zarandeaba la tienda de campaña y la lluvia sonaba como canción de cuna sobre la lona. Dentro de la tienda: empanada de zamburiñas, queso de Cabrales, sidra natural y un saco de dormir gigante que habías traído de Nueva York. Tal vez el lujo sea solo un poco de memoria o tu piel blanca y viajera o esa noche fría, lluviosa y áspera detrás de la fina lona o esa noche caliente, húmeda y suave debajo del tacto de tus caderas. No se si lo soñé o si lo viví o si lo inventé. A la mañana siguiente la moto no arrancaba, seguía lloviendo y salí a la tempestad por el desayuno. Termo de café, sobaos y manzanas. Llegué empapado hasta los huesos a la tienda. Aquel saco americano de buen plumón de oca y tus besos secando la lluvia, el silencio, las dudas. Tal vez lo soñé o lo soñaste. Nunca supe que guardabas tantas lágrimas en una mochila tan gastada y tan pequeña. Ahora que lo sé volveremos al norte el próximo abril, esta vez juntos y sin sueño.

Queso de cabrales batido con un poco de sidra natural. Carne de membrillo y café brasileño suave, natural, solo, sin azúcar y con tiempo. Lujo.

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