martes, 20 de julio de 2010

ZUMO DE CUPUAÇU

Hay zumos que nos tocan el lugar del placer y la felicidad, en mi caso y sobre todo: el zumo de Cupuaçu que me hicieron tantas veces en el Amazonas, el de las mandarina de mi abuelo, el de caña de azúcar y agua helada en Bahía, el de manzana con zanahoria que a veces me hago para desayunar. Hay muchos más pero esos me vuelven loco. Luego con zumos y destilados se hacen cócteles que nos hacen volar y reír sin estar borrachos y con zumos, saber y calor hacemos salsas distintas sin caer en la locura de licuar cualquier cosa. ¿probaron ya el zumo de pan?. Es una antigua receta que anda por ahí, perdida en el pasado de este blog.

Las marcas se pelean en una guerra por ver quién hace el zumo con menos zumo, el zumo más auténtico o el menos auténtico y más moderno o el más fresco, vitaminado, hidratante, digestivo, terapéutico... pero el mejor zumo sigue siendo el hecho en casa por uno mismo con frutas frescas de temporada. El cupuaçu sustento durante miles de años de las culturas del Amazonía, sufre ahora los embates de la llamada biopiratería, una compañía a “patentado” esta semilla (Theobroma Grandiflorum), pariente del cacao para hacer un “sucedáneo” del chocolate.

Hoy echo de menos el jugo, el zumo que no he nombrado y que más me gusta en realidad, el zumo de tus besos, el jugo de tus besos. Dulce, fresco, nunca cansa, ni llena, ni engorda, ni lo venden en el super.

Sólo un vaso grande de zumo de Cupuaçu frío o el zumo de tus besos podría quitarme hoy este calor de verano.

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