martes, 17 de agosto de 2010

GUISO DE CARICIAS

Ya sabes, ya me conoces, los cocineros somos brutos, bruscos, palabreros, pero también delicados, tranquilos y prudentes. Cocinar es cansado, agotador a veces, pero nunca me canso de cocinar, de escribirte, de tí. Bebo un Chablis frío mientras pienso en una receta para tu corazón de nómada. devoro unas anchoas sobre tomate rallado y pan tostado mientras aguanto el hambre que tengo de tu piel.
Miro tu foto. Tus dos sonrisas. El tiempo pasa y vuelve el Tiempo. Todos los pasados futuros posibles comienzan siempre en el presente. ¿qué se necesita para cocinar?, ¿qué se necesita para amar?... además de las ganas, el hambre, los ingredientes, el saber, el deseo... solo algo valioso: tiempo. Tener tiempo. Con tiempo se hacen grandes guisos y con tiempo se hace el gran amor. Un tiempo que no está sólo en los relojes o los calendarios sino en el tic-tac del corazón.
Cierra los ojos, descansa, deja que el mar te limpie. Saber amar. Cómo no voy a saber amarte después de tantos años de distancia, de tiempo, de palabras, de silencio.
Hoy cocino con lentitud tus caricias y cuanto más tiempo pasen en el fuego estarán más tiernas, más suaves y más ricas. Y no temas, no se pasarán, ni se requemarán, atenderé al fuego cada día para que estén siempre a punto.
Cierra los ojos, descansa, ¿tienes hambre?, muerde una. Dos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario