jueves, 21 de octubre de 2010

ESTOY DE MORROS

En un bareto cerca de la garganta del Guijo, uno de esos últimos días del verano, tras un baño en el agua heladísima y transparente del torrente, pedir unos morros de cerdo con tomate, pan, dos cervezas y la compañía de mi hermano. Estaba exquisitos, morros cocidos con su machado y su laurel y luego troceados y guisados despacio en un sofrito de pimiento verde, tomate maduro, guindilla de bola picante. No dejé ni la sombra, rebañé a espejo el cacharro. Qué brutos los morros. Y que ricos.
(la foto es verdosa porque el tejado traslúcido del sitio era verde y la foto del móvil)

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