martes, 18 de enero de 2011

¿NO HAY COCINERAS?

Leo un buen artículo de Coral Herrera Gómez

http://coralherreragomez.blogspot.com

“el miedo masculino a la potencia sexual femenina”: La mayor parte de los monstruos femeninos de las culturas patriarcales son seres eróticos, voraces, insaciables sexualmente, apasionados, crueles hasta el extremo. Las Gorgonas, las Harpías, las Erinias, las Amazonas, las Sirenas, la Esfinge, las Succubus, Medusa, las Lamias, las Centaurides, las Empusas, Artemisa, Afrodita… Otras diosas monstruosas fueron: Andras, un Espectro Bisexual; Astartea, el Ángel del Infierno; Gomory, la Maestra del Sexo; Is Dahut, la Amante Insaciable; Perséfone, la Reina del Inframundo; Zalir, la Lesbiana, Zemunín, la Prostituta. Lamia, el Mito de la Vagina Dentada: es un personaje femenino de la mitología grecolatina, caracterizado como asustaniños y seductora terrible. Otras mujeres malas (malas porque se sienten libres y actúan como quieren) son Lilith (para la cultura hebrea) y Eva (para la cristiana), porque con su curiosidad corrompen la bondad del hombre. Lilith es considerada la primera esposa de Adán en la literatura rabínica. En las leyendas populares hebreas es el espíritu del mal y la destrucción, el demonio animal con rostro de mujer. Dios no la creó a partir de la costilla del primer hombre, sino de “inmundicia y sedimento”. Según Erika Bornay (1998), Lilith y Adán nunca encontraron la paz, principalmente porque Lilith, no queriendo renunciar a su igualdad, discutía con su compañero sobre el modo y la forma de realizar su unión carnal.

Lilith consideraba ofensiva la postura recostada que él exigía. “¿Por qué he de acostarme debajo de ti?”, preguntaba, “yo también fui hecha de polvo, y por consiguiente, soy tu igual”. Como Adán trató de obligarla por la fuerza, Lilith, airada, pronunció el nombre mágico de Dios, se elevó en el aire y lo abandonó. (…).

Se ha avanzado “algo” en algunos sitios desde entonces, aunque en la mayoría del mundo sigue la cosa más o menos igual (o peor) En la política y el “negocio de la cocina”, los hombres mandan aunque hayan demostrado durante siglos que son peor que malos gestores (¿cuántas guerras van ya?), aunque en la mayoría de las cocinas del mundo guisen las mujeres.

Aquí, salvo la añorada Elena Santonja y Eva Arguiñano ¿cuántas cocineras salen por la TV?, ¿Salvo a Carme Rucadella o Elena Arzak a cuantas sacan los mass media?...

¿Será que Eva (me refiero a la segunda mujer de Adán) cómo fue la primera cocinera al proponer un aperitivo de Carpaccio de pomme aromatisée avec serpent?, ¿la primera en apostar por la calidad del producto, mueve a una envidia insalvable?

¿No fueron cocineras, ellas, las que preservaron la cocina del terroir, la cocina regional, de la que bebieron luego los popes franchutes que inventaron la nouvelle cuisine y lo que vino después?, ¿quién las recuerda?,¿cuántos hombres cocinan en sus casas desayuno, comida y cena todos los días?, ¿el 0,5%?... qué optimista…

La cocina, parte importante del hogar patriarcal, era el espacio de sometimiento de la mujer a sus roles tradicionales de crianza, cuidado y alimentación de la familia, de ahí el “rebote” de las generaciones de mujeres europeas menores de 50 años hacia el cocinar, la cocina y sus penosas tareas (por no reconocidas, ni valoradas, ni gratificadas, ni compartidas, ni…).

Sin embargo, “a la fuerza”, “sin placer”, todos los estudios dicen que siguen cocinando las mujeres, o porque no tienen otro remedio, su hombrecito no sabe ni freír un huevo y, lo que es mucho peor, no tiene intención de aprender, o porque se delega, si hay dinero, ese trabajo en otras mujeres asalariadas, trabajadoras domésticas mal pagadas.

Pero al romperse la transmisión de ese saber madre-hija (porque las madres no querían que sus hijas siguieran siendo amas de casa dependientes, porque las hijas querían tener trabajos asalariados y no depender económicamente de ningún hombre y no ser amas de casas como sus madres) hoy la transmisión de una parte sustancial de ese saber la realizan las publicaciones y los programas de TV de cocina dirigidos y presentados por cocineros. Despojando a las mujeres de un saber que aún poseen, haciéndolas creer que quienes de verdad saben cocinar son los tíos cocineros, Arguiñanos & boys, admirando a esos cocineros mediáticos, olvidando que sus abuelas o sus madres aún guardan en sus memorias un saber maravilloso. Y, lo que es peor, delegando la alimentación del hogar en las marcas de precocidos, precocinados, preguisados, predigeridos, predelicatessen…

(No me olvido de Simone Ortega, la excepción que confirma la regla, que ocupó ese rol de abuela-madre transmisora del minimun culinario, Simone, heroína de mi cielo.)

¡Claro que hay muchas y buenas cocineras en la alta cocina!, empresarias, brillantes, creativas, sublimes…. pero ahora que la alta cocina cotiza en todas partes son ellos los que parecen tener, presumir, vender ese saber… Aunque la mayoría de los tíos apenas sepan freír un huevo… por mucho que presuman de paella dominguera.

¿Porqué será que me gustan más las cocineras que los cocineros? Sirenas, Brujas, Gorgonas, Harpías, Erinias, Amazonas, Esfinges, Succubus, Medusas, Lamias, Liliths, cocineras… ¿También hay miedo, además de a la “potencia sexual” a la "potencia culinaria" de las mujeres?

1 comentario:

  1. Siempre, y cada vez más, cocinar es un acto de amor.

    Crecí viendo ese programa, "Con las manos en la masa". Cocino, ahora, cada comida caliente o fría que hay sobre el plato; quizá también por eso cuando cocino ese paradigma de la cocina dominical que es la paella, apenas llega a comestible.

    Saludos,

    Jose

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