martes, 10 de mayo de 2011

RAMÓN FERNÁNDEZ DURÁN


En mi trabajo como sociólogo de mercado, alejado del activismo social o la sociología más teórica, muchas veces lo tomo de referencia, utilizo sus enfoques, análisis, planteamientos, como utilizo muchas veces a Jesús Ibañez. Sé que a él no le importaba que trabajase "en el lado oscuro". No puedo decir nada mejor de lo que ya dirán sus amigos más íntimos de mi tocayo Ramón Fernández Durán, una de las mejores personas y más comprometidas con su presente y nuestro futuro que he conocido en mi vida y uno de los sociólogos más lúcidos y, sobre todo, más certeros que he leído y estudiado nunca.
Es difícil, muy difícil analizar este mundo y definir su trayectoria a corto y medio plazo pero su análisis y prospectiva son de una agudeza y un acierto asombroso. Pero no quería hablar aquí de todo eso que ya saben y volverán a decir sus cientos de amigos y amigas. Sólo quería recordar también que Ramón era un tipo que amaba vivir y que por lo tanto le gustaba mucho comer. La comida para él era un momento de placer colectivo, de compartir, conversar, reír, saborear lo rico, tocar felicidad.
Hace un año me lo encontré en una tasca cerca de Dos de Mayo, Ramón iba con unos amigos, se sentó junto a nuestra mesa y pude contemplar como saboreaba las raciones y su vino, nos saludamos brevemente. Para mi era una celebridad, un tipo admirable, un sociólogo exquisito.
Si algo echaba de menos Ramón en estos últimos tiempos era no poder saborear la comida, aunque seguía compartiendo el momento y saboreando con la memoria los alimentos. Su última carta me ha hecho llorar muchas veces, creo que también nos ha enseñado a bien morir. Y eso es tan, tan difícil.
Frente a otros sociólogos famosos, sesudos, mediáticos cuya obra se deshace con los días hasta ser humo o casi nada, la de Ramón Fernández Durán es fresca, verdadera, valiosa y eso es para mi, como sociólogo, tan asombroso y tan admirable.
Brindo hoy por él con el mejor de mis vinos y brindaré por él muchas veces. Su fiesta de despedida en va a ser memorable y feliz. Sólo el podía organizar una fiesta grande para festejar su muerte. Perdona Ramón, quería decir para festejar que otro mundo mejor es posible, para festejar LA VIDA.
Brindo por ti.

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