sábado, 25 de junio de 2011

LA SED DORMIDA

(Pintura de Emily Burns)

Un amigo ha escrito un verso nuevo que me gusta: “la sed que duerme”.

La sed que duerme, cuando despierta, con la lentitud de una mañana de domingo, no quiere que se olvide en un vaso grande de agua fresca sino que se mantenga en una copa de vino rico, que se prolongue en horas, que nos llene los labios de más sed.

El amor es eso: la sed que duerme.

Crema de calabaza y pollo guisado con Marsala y albahaca, menú de sábado fácil y rápido. Me puede hoy la pereza y ese verso “la sed que duerme” que da vueltas por ahí, en mi cabeza, por la casa.

¿Duerme tu sed?.

El hambre que duerme, cuando se despierta, con la glotonería de la renuncia voluntaria, no quiere que se borre con un simple alimento sino que se mantenga en bocados pequeños, que se prolongue del medio día a la siesta, la merienda, la cena, la madrugada, que nos llene la boca de más hambre.

El amor es eso: el hambre dormida.

¿Duerme tu hambre?

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