jueves, 28 de julio de 2011

ARAÑAS FRITAS Y ANCAS DE RANA AGRIDULCES

(Foto de Teresa Sandiumenge) Si no viajamos con el paladar apenas nos movemos. Mucha gente viaja lejos para acabar en la hamburguesería, la pizzería o el restaurante de "comida internacional" del confortable hotel donde se alojan.

Cuando alguien “viajado” me dice “como en mi país no se come en ningún sitio” es que, en realidad, se ha movido poco o tiene el paladar saturado de chauvinismo, nacionalismo o idiotismo.

Lo que más me gusta de nomadear por otros lugares o ciudades es visitar sus mercados. Las setas del otro día en este mercadillo de Estocolmo, las ranas y arañitas fritas de este puesto callejero en cierta ciudad de Camboya están diciendo “pruébame”. No le hago ascos a nada si “está bueno” para quién lo ofrece. No es más feo un cangrejo que estas arañas. En cuanto a las ranas, en mi pueblo se hacen entomatadas y con guindilla y en Camboya con salsa agridulce picante, poco más o menos lo mismo.

Viajar con los pies es viajar con el paladar.

4 comentarios:

  1. ay gastropitecus cuánta razón tienes, viajar es probar, probar es viajar, si no... pa qué

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  2. Mi incultura gastronómica exterior me priva de tener el paladar abierto y probar este tipo de cosas...
    uf. yuyu, prefiero un trozo de pan, del sitio más recóndito...

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  3. Lo único que me costó fue beberme en cierto sitio del Amazonas una cerveza de no sé qué raíz fermenta con saliva de las señoras que masticaban la pulpa. El sabor era rico aunque el PERO no se me quitaba e la cabeza.

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