martes, 24 de enero de 2012

ECHAR UNA MANITA



El canon de belleza es sólo eso, un canon, una convención, un acuerdo social que sin embargo se impone de sutiles formas y maneras. Pero el canon de belleza, sea masculino o femenino, contamina, afecta, condiciona, fastidia la felicidad de las personas y también su forma de vivir la lujuria y la gula que dirían unos, el deseo y el apetito que diría yo. Asombra en la foto el brutal cambio de ese canon en tan pocos años, no hace falta remontarse a las “tres gracias” de Rubens para descubrirlo.

Preparo una lasaña de manitas de cerdo y boletus no apta para todos los paladares, culturas y apetencias. Entras con las manitas de cerdo o las de cordero y parece que has perpetrado cierto crimen inconfesable o que vas a devorar las extremidades de cierto alien que ha sufrido un accidente en el jardín con su platillo volante. Pero tras la cocción y el deshuesamiento la cosa cambia, ya no hay cuerpo del delito sino una entidad abstracta y gelatinosa que mezclaremos con las setas y repartiremos entre finas capas de pasta para esconderlo todo bajo la bechamel.

Sé que a las señoras de arriba no les gustaría este guiso así que no pienso invitarlas. Se que a las de abajo si les gustaría mi lasaña pero hoy están muy ocupadas con la posteridad, así que invito a quién se apunte a mi pequeño festín. Sólo pido que no sigan la moda del esqueletismo, que no llamen a las delicadas manitas con el insulto de “pezuñas” y que traigan el vino (me vale cualquier tinto).

3 comentarios:

  1. Pues, aquí una que aunque se cuida.... al cuerpo hay que darle vida, y una lasaña como la que describes puede dar vida a lo más inerte. Puedo imaginármela, pero me iria mejor que publicaras la receta. Si te vale cualquier tinto a preferir Rioja. Saludos!!!

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  2. Puede que a las "señoras de arriba" no les guste tu guiso (me alegro de que no se te pase por la cabeza invitarlas: son unas pedorras) y que las "de abajo", ocupadas en hacer gardening en sus respectivos cementerios, no puedan apuntarse a degustar tan maravillosa combinación de elementos; sin embargo, te aseguro que cerca de ti hay decenas de mortales (como yo) deseosos de descubrir cómo la gelatina se derrite en su boca, y no en sus manitas.
    Bon apetit

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  3. Merci Chez Silvia, Raúl, amor. Pero las manitas tienen mala prensa en esta postmodernidad del siglo XXI de los aires con sabor, los empanados con algodón de azúcar y las sferificaciones de lágrimas de atún albino. Uno hace su militancia, su proselitismo, su agitación y propaganda a favor de estos alimentos, pero con poco éxito de crítica y público...

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