lunes, 14 de mayo de 2012

UNOS CHAMPÁN, OTROS ALITAS


No ando muy bien de pasta (de trigo duro no, de la otra) pero… ¿a quién no le ha tocado algo o mucho la crisis?... a algunos no, ya sabemos a quienes, claro: usureros elegantes, políticos corruptos, urdangarines de pro, especuladores silenciosos, Ratos risueños…
Yo, como millones, hipotecado, a salto de mata, sin paro, en la incertidumbre económica mes a mes, indignado…

Bajo al Eroski a hacer la compra, el pitecus gourmet se pone de acuerdo con el pitecus sin pasta, hay chicharros a buen precio que haré a la plancha, desespinados con una salsita de limón y aji amarillo. Compro también unos tomates no demasiado transgénicos para apañar una ensalada semipotable. Delante mío, ya en la caja, un tipo de mi edad, quizá más joven, más calvo, más gordito, más formal, con un polo de verano bastante lavado, unos dockers aburridos y unos zapatos castellanos anticuados, coloca unos macarrones marca blanca, una lata de tomate frito, una bandeja de alitas de pollo y media docena de huevos ante la cajera. Son cinco noventa, dice ella. El tipo saca un monederillo de ante y va contando monedas de a diez y de a cinco céntimos. Tarda un rato y yo me impaciento, me cabreo, rebullo en la cola. Al final dice: me faltan los noventa, así que dejo los huevos. La cajera le cobra, el hombre se va. La vieja que hay delante de mi, con sus dos barras de pan dice no sé qué de... pobre, ya no tiene paro, dos hijos, donde vamos a ir a parar, es vecino mío, ha tenido que volver a vivir con la madre, peluquera jubilada, etc. No quiero saber más, ni escribir más, dejo la literatura para otras recetas. Pago lo mío y pago los huevos, adelanto al tipo a unos cien metros del super y le doy la bolsa de los huevos, sólo le digo, toma, te has dejado esto en la caja… y camino deprisa, avergonzado por su “gracias”, en dirección contraria. Espero que sienta que él podría ser yo mismo. Sólo eso.

Mientra guiso el pescado,  escucho por la radio a cierta pija neoliberal responsable ella misma de la crisis y del actual abismo. En su jerga chulista y rancia, energúmena y chorra, saciada de si misma hasta la diarrea más constante, alude a perroflautas, extremistas, inadaptados, perezosos, perdedores que no han sabido ahorrar, que no han sabido adaptarse, ser flexibles, que quieren el todo gratis, que se dejan manipular ahora por los izquierditas de los indignados, etcétera. Ella nunca ha estado contando céntimos en la caja del super para pagar una bandeja de alitas, claro. Tiene más altas responsabilidades.

Y nosotros también. Ciudadanos del mundo, uníos.

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