viernes, 6 de julio de 2012

CANGREJOS O ALIENS PARA COMER POR AHÍ


Quién dice que no hay en este mundo aliens, marcianos, seres salidos de una película de ciencia ficción. Solo hay que mirar con ojos de niño un cangrejo. Los trilobites, esas cochinillas gigantes que poblaron nuestro mundo marino hace millones de años me parecen más cercanos y familiares que cualquier cangrejo vivo, de mar o río. 

Sigo mi racha de cocina cromañón, nécoras, centollas, cangrejos blandos devorados por poca ceremonia, cocidos lo justo, asados al punto o fritos en tempura.

A veces, cuando me escuchas y sonríes, no se si tu sonrisa es de burla o de ternura pero las dos, sonrisas e intenciones, me gustan por igual. En Boston te llevaré a comer un bocata de cangrejo azul de caparazón blando a un tugurio de las afueras que parece una cantina para gangsters jubilados y sin permiso de sanidad. Allí la gente fuma, tienen hambre, comen los bocatas entre grandes tragos de cerveza y te mira con malas pulgas solo hasta que te ven con el bocadillo entre los dedos y masticas con fruición, bebes cerveza y eructas sin ceremonia. Y tu dices "quien sabe". Quien sabe. Yo sé que sí. Que te gustará ese bocadillo de alien empanado, sin mayonesa ni ketchup por favor. Quien sabe. Yo sé. Hay un sitio parecido en Hong Kong ,en cantonés “puerto fragante”, aunque la chabola donde los hacen está cerca de un apestoso canal por el discurre una agüilla verdosa y fluorescente, pero la gente hace cola, ejecutivos de corbata y maletín Hermés junto a pedigüeños , viejas, angelicales escolares de uniforme y turistas avisados masticando las patitas de los aliens despacio, para que duren. A un lado de la chabola hay un gran barreño de plástico azul con los cangrejos vivos donde una vieja los prepara y su hija, sin quitarse el cigarrillo de los labios, los reboza en una sutil tempura y los fríe en un inmenso wok cuyo aceite parece reciclado de diesel, colza y alquitrán, la nieta los sirve en un cucurucho de papel de periódico. Seguro que nuestra ministra de sanidad le cerraba el chiringo, el de allí manda a por un cucurucho de cangrejos a su chofer, para que no digan. Están exquisitos, deliciosos, riquísimos. Repetirás, volverás a hacer cola. Llevan diez generaciones haciendo tempura de cangrejo blando, el saber y el tiempo conducen a la perfección, en la cocina y en el amor. Pero eso ya lo sabes. Ya lo sabemos. 

Hay quienes buscan en lo nuevo la felicidad, el placer, el asombro. Tu y yo no. Solo el tiempo destila el amor, solo después de diez generaciones haciendo el mismo plato se alcanza la sublime perfección aunque el decorado no tenga diseño, ni cubiertos modernos, ni camareros vestidos de negro, ni platos cuadrados.

Hay también una tortilla llena de mar que a mi me gusta mucho. Bato las claras y cuando están casi a punto de nieve añado las yemas. Es un milagro de la bioquímica que el calor convierta el líquido anaranjado en algo sólido, delicado, con tacto de carne, parecido a la textura de una parte de tu cuerpo que ahora callo. Mezclo en un bol cebolla frita caramelizada con oporto blanco, carne picada de centolla, calabacines y tomates asados sin su piel, un poco de puré de tomate seco y un trocito de guindilla suave de la Vera y extiendo la farsa por esa tortilla a medio hacer en una de esas satenes cuadradas japonesas, coloco encima la otra fina tortilla que hice antes y lo sirvo para comer en esa misma sartén, tras un mínimo flambeo con ron. Arrancamos pedazos de este guiso con unos tenedores largos y finos tallados en madera de olivo que me he regalado y nos bebemos una botella de cava, un Torelló barato y bueno que has traído. Claro que me gusta el champán, pero cualquier Moet de tres al cuarto cuesta más de cincuenta y no está la crisis para derroches tontos.

Y te pregunto ¿serían comestibles los trilobites?, ¿tendrían sabor a gamba?. Me gusta comer bichos marinos, marcianos, aliens, gambones, cangrejitos... Cualquier cosa con mala pinta y buen sabor.





2 comentarios: