miércoles, 16 de julio de 2014

CONEJO PICANTÓN Y PALABRAS DE JAMES SALTER



Machaco en mi gran mortero de piedra unos dientes de ajo, media bola de guindilla, un puñado de cilantro, unos cominos, pimienta negra, canela, sal, tomillo, hierbabuena.  Mejor si en la receta hay pocas palabras. Tengo los ojos llenos de la novela de Salter, “Juego y Distracción”. Comidas con hambre en restaurantes franceses de provincias y habitaciones de hotel desangeladas donde probar lo que tiene el amor de libertad procaz y sin adornos. Añado dos copazos de vino de Málaga, remuevo en el mortero y embadurno los pedazos de conejo en el adobo. Mañana sacaré la carne de este limo, enharinaré los pedazos y los freiré con alegría para tener un primer plato sabroso, picantón y algo caníbal por lo que tiene de comer con los dedos y roñear con minuciosidad los huesecillos. Pasa igual en el sexo, si no hay dedos y poca educación, minuciosidad en el roñeo y apetito, se queda en gimnasia para torpes, desahogo glandular o muermo zen.
Imprescindible para redondear el festín un vinito con encanto y rojo oscuro, y una ensalada fresca y de morder, de judías verdes y manchego rallado por ejemplo.
Juego y distracción, conejo frito picante y siesta de verano. Y gracias por la historia James.

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