jueves, 19 de febrero de 2015

JAMONA O MOMIA


Bacalao vivito y coleando, antes de ser momificado.
Tiempos de Cuaresmas y crisis. De pellejos y momias. Ya se busca hasta la del pobre Cervantes para hacer un pilpil turístico. Me interesan mucho las momias, pero no las de Egipto. No entiendo el interés de unos reyes pirados que hacían construir a miles de esclavos una montaña de piedra derrochando recursos y esfuerzo y que encima enterraban con ellos sus riquezas porque pensaban que podían disfrutarlas en la otra vida. Pienso en otro tipo de momias más cercanas y gustosas, pienso en el bacalao o en el jamón, dos alimentos momificados gracias al ingenio humano. Me asombra como un pez, de ser un pedazo de cartón reseco, se transmute de nuevo en carne jugosa gracias al sabio remojo. Me maravilla como el culo pedorro de un cerdo, gracias a la sal, el tiempo, el aire frío y seco, se convierte en uno de los mejores manjares del mundo.

Ese culo momificado es difícil de disfrazar porque ahí está la curva del glúteo, la pezuña negra, el trozo de piel todavía con pelos. Un Inglés seguro que se lleva a una isla desierta un diario para escribir. Un francés su botella de Burdeos. Un español será feliz en la isla con un jamón ibérico y un cuchillo afilado para ir devorando la momia esta dejar solo el húmero, la tibia, el peroné y la pezuña negra. después se hará un caldo con el despojo.

Aún así los italianos, también de la secta jamonil, disimulan la pata cercenando la pezuña, la tibia y el peroné, maquilla la piel y la carne que se vé y sobredoran la bola del húmero por mor de no sé qué diseño moderno. Esto no es un jamón, sino una jamona. Están locos estos romanos.


Jamones en una tienda de Roma


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