martes, 16 de junio de 2015

SALSA PARA PATATAS BRAVAS

Ilustración de Erik Jones
Las salsas picantes tienen eso, sus filias y sus fobias. Prefiero el amor al que le gusta el picante en todas sus versiones: rabioso, perfumado, potente, sutil y delicado. Mientras se fríen las patatas en cuadrados, primero a fuego medio y luego fuerte para que    queden bien doradas, vamos haciendo la salsa brava.

Instrucciones I: Cocinar una salsa de tomate con su cebolla caramelizada. Una vez que esté hecha añadir a esta salsa, en el vaso batidor: una cucharada rasa de pimienta negra, tres pimientas de Cayena, medio vaso de aceite de oliva virgen, un puñado de tomates secos rehidratados, un diente de ajo, un puñado de hojas de albahaca, un tomate crudo maduro y pelado, un chorro de salsa Worcester y la sal. Dar caña a la batidora cinco minutos a buena potencia para que todo quede convertido en una pasta medio roja medio anaranjada. Si espesa demasiado añadir un poco más de aceite y agua.

Instrucciones II: Nada peor que unas patatas mal fritas o una salsa brava de bote, para eso no te pongas. Nada más triste que el sexo sin picante ni cerveza bien fría en el antes, el durante o el después, para eso no te calientes ni le calientes a nadie el alma y la ingle. La vida siempre arde en la lengua, el paladar de los valientes es el que sabe disfrutar siempre de las salsas íntimas, naturales y picantes.



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