jueves, 22 de octubre de 2015

COCINAR POR AMOR





Balsámico frío que te cuelas en los ojos, que animas a mis pasos y haces que ame el sol de la mañana sobre la espalda. Nos empuja la vida a salir a la calle aunque se esté caliente en las guaridas, a mirar a la gente que camina deprisa y a los que aún pasean lentamente, como si fueran soberanos gigantes de un tiempo sólo suyo. El café de los sábados con la casa en silencio, la alquimia más sagrada de hacer unos buñuelos, la bañera caliente, un libro entre las manos. Apenas más ambición que seguir teniendo ganas de escribir una historia, que el cuerpo me siga empujando hacia los ríos, que el hambre siga ahí, agazapada, en forma de camino hacia la felicidad sencilla de cocinar.

Freír unas patatas, hacerlo con paciencia. Montar una mahonesa para mojar las viandas y freír unos muslos de pollo que marinaste ayer, con rebozado crujiente y muchas calorías. Comer luego con hambre, tras el paseo largo, también con apetito de glotón mental.

¿Para qué cocinar? Mi amiga Webos preguntó a sus lectores y esta es la respuesta:

Amor 25,61%, Salud 23,78%, Relax 16,46%, Satisfacción personal 14,63%, Placer 4,88%, Creatividad 3,05%, Magia 2,44%, Pasión por la cocina 2,44%, Tradición 2,44%, Felicidad 1,83%, Cultura 1,22%, Economía 0,61%, Memoria 0,61% http://webosfritos.es/2015/02/levantate-y-cocina/ 

Quién no cocina se pierde mucho de vivir, secretos importantes, trucos aprovechables, un tiempo jamás perdido. Me gusta que haya ganado el “amor” como razón, que siempre fue el sentido de mi blog.

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