Pintura de Daphne Dodd |
Fuera la primavera y la fiesta de las abejas. Desayunar queso y volver a la cama. Fuera la estepa dura y las duras peñas llenas ahora de musgo fresco, zarzas tiernas, helechos,
romero, tomillo, cantueso, jaras, encimas, pasto verde. Cabras.
Sierra. Mediterráneo. Grecia. Extremadura. Ulises alimentándose de queso, miel,
vino, aceitunas y pescado. Carne poca, solo seca, ahumada, embutida o, devorada un día de
fiesta y de derroche, de matanza y tocino. En mis lecturas de infancia Ulises, desolado y perdido, se hacía fuerte y astuto con el queso y la miel. Y mi abuela
decía eso de miel con queso sabe a beso. Y Flore el guarda-amigo traía quesos
frescos de cabra y miel de la dehesa con alguna abeja ahogada y mi padre
apestaba la casa con la delicia de un Cabrales envuelto en hojas de roble. Así
que todos los hermanos hemos salido muy “quesívoros” y de cualquier viaje, visita,
camino nuevo siempre traemos una cosa: queso de cabra o de oveja, suntuosos,
intensos, rotundos, embriagadores, picantes, suaves, ricos. Nadie más exigente
con un queso que un extremeño quesívoro. Por eso amamos Francia o Asturias o
Canarias, hermanos quesívoros habitan esas tierras y hacen del queso dios,
secreto, pasión, golosina, alimento, felicidad. No hay tierra sin queso en esta
Europa, pero hay tierras en las que el queso gusta y hay tierras en las que el
queso es fanatismo y placer.
Te repito, ahora que tienes los ojos cerrados y puedes soñar, que Ulises llegó hasta Ítaca y salió pitando de nuevo al mar, (cualquiera
no…) cruzó el Estrecho, llegó con su bajel hasta donde el Tajo se deshace en la
marea y fue caminando tierra a dentro, saltando de queso en queso por Portugal
hasta llegar a Extremadura. Allí se dejó mecer por el olvido y el arte de
cierta pastora de cabras. Y fue feliz, dichoso, longevo comiendo
queso y miel. Pidió ser enterrado en la colina en la que pastaban las cabras de
su amor maduro. Allí encontró cientos de años después otro pastor la piedra que
le abrigaba. Ponía en griego antiguo con letras desgastadas “aquí descansa Ulises que vivió en el mar,
amó a sirenas, durmió con su pastora y comió queso” El pastor, aunque sabio, no
entendió nada y enterró de nuevo aquel pedrusco roñoso.
De verdad que el fin de la Odisea, Ítaca, Penélope, el regreso añorado son bobadas de escritor… ni
caso, mejor no regresar y encontrar una tierra donde el queso sea dios. Una pastora es siempre mejor que una sirena o que Circe.
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